Quise saber qué era de ella
en que rincón de mi cuarto
se esconde, si guarda recuerdos
y aún siente nostalgia de mi, y de mi abrazo.
La vi solitaria, y esperando
como siempre, concentrada
en una esquina, tan rígida, o tal vez no...
Viviendo en el ayer,
la distancia y el silencio
postergaron la mutua alegría
y hoy aceleran nuestro pulso al vernos.
Quizás la vida tironeó de mí
y arrancó las viejas melodías.
Pero mis dedos no
olvidan nuestra magia
y sin recato alguno la acarician,
despertándola
y provocando sonidos que aún prometen...
con seis cuerdas que, tan fieles
ni la muerte calla.
viernes, 26 de noviembre de 2010
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